Seis años con mucha historia

Pasar del parripollo de software a ser referentes en la industria tecnológica, tener nuestra propia casa, más de 100 bitlógicos y bitlógicas, más de 11 clientes actuales, 13 proyectos en marcha, tener auditoria por KPMG y certificar bajo norma 9001:2015 en seis años, parece fácil de contar. Pero implicó tantos subidones como bajones, historias que trascienden los momentos, dailys para el recuerdo, reuniones con clientes para el olvido, metidas de pata y aciertos que nos hicieron pegar un salto como empresa.

Para que una historia trascienda, hay que contarla. Una historia construida en conjunto, donde cada paso, cada persona, cada equipo fue y es partícipe y responsable del crecimiento.

Un 2016 movidito

Hacer un recorrido por nuestra historia implica pensar en cómo empezó todo. A todas y todos los que formamos parte de Bitlogic nos contaron durante la inducción que Alfred, Ed y Fede, después de dejar de pertenecer a una multinacional, decidieron emprender juntos y hacer lo que mejor sabían hacer: programar lo que sea. Pero si nos vamos unos varios años atrás, algo los unía a los tres sin conocerse, querían ser astrónomos (¿o astronautas?). Por casualidades de la vida se les truncó esa idea y decidieron encarar carreras de IT y convertirse en los grosos que conocemos hoy y en los socios fundadores de la empresa.

El primer cliente G-SE nos recuerda uno de los primeros aprendizajes, los clientes pueden estar más cerca de lo que uno piensa, por ejemplo, haciendo ejercicios en un gimnasio. Agustín Moyano de G-SE se acercó a Alfred mientras estaba en la bici fija y le preguntó por su remera de Docker. Ese sería el inicio de una relación comercial que hoy continúa y que nos dio el primer mensaje, de que había un universo de pequeñas y medianas empresas en el mercado local con necesidad de llevar adelante procesos de transformación digital, dejando a un costado la premisa inicial de que su cartera de clientes serían los ex clientes internacionales, contactos que habían generado a lo largo de su carrera profesional.

Por dónde arrancar una startup es la pregunta del millón. Pero pueden tener algo en común y es, al menos, buscar un lugar de encuentro, un lugar donde sentarse a pensar ideas, armar un plan de negocios, pensar estrategias comerciales, usar muchos post it de colores, mucho mate y café de por medio y encender el motor para crear. Así fue como la sala Tokio en el coworking Casa Fader se convirtió en nuestro primer espacio. De allí salieron no solo las bases del proyecto, sino el inicio de una cultura bitlógica, audaz, disruptiva y cálida. Un lugar donde podamos desafiarnos teniendo la innovación como norte, apostar a la formación constante y a las libertades técnicas, potenciar talentos en condiciones de ambientes flexibles donde la posibilidad de aportar y agregar valor sea siempre un característica, todo sin perder la calidez humana, donde cada persona se sienta parte de una gran familia. Bitlogic debía ser el lugar de encuentro de personas diversas, inquietas y libres.

Ponerle el nombre a la empresa fue práctico. No tiene mucha más historia que haber pensado en palabras vinculadas a la tecnología y que esté disponible la url. Buscaban un nombre que se identifique fácilmente con el sector y que represente a una empresa que piensa en las soluciones, que desarrolla productos tecnológicos desde la lógica de cada negocio. Bitlogic cumplía con todos los requisitos y estaba disponible.

Casi en simultáneo, ingresa el “Legajo 01”, el primer empleado. Un paso que nos venía a decir, esto se viene en serio. Aunque parezca un poco impersonal, hasta el día de hoy le seguimos llamando el 01, un sobrenombre que nos inspira a muchos. En sus propias palabras, Gastón cuenta cómo ser el primero implicó ver cómo se forma una empresa de cero, conocer las estrategias para hacer crecer la empresa, cómo armar el contexto adecuado para ese crecimiento, proyectar cantidad de empleados, equipamiento, etc. “Al principio, todos los integrantes del board cumplían todas las funciones, eran recursos humanos, el área contable, coordinaban los proyectos”.

Otro de los recuerdos que destaca Gastón es que cuando empezaron a trabajar en la oficina del coworking, siempre estaban Ed, Alfred, Fede, él y nuestro primer cliente. Le sorprendía el nivel de transparencia con el que se manejaban. El cliente participaba en todas las meetings, internas o no, “era uno más”. Hoy, con otro nivel profesional, la transparencia y el trabajo colaborativo con cada uno de nuestros clientes se mantiene intacta. Ser socios estratégicos en la transformación digital es el mensaje comercial más importante que queremos transmitir con cada prospecto.

Un subidón y una caída

El 2017 empieza con un desafío que nos aceleró y que hoy forma parte de nuestros grandes hitos. La multinacional estadounidense Red Hat nos daba el ok para iniciar un proyecto. Eso implicaba más gente, más conocimientos, más equipamiento. Así pasamos de 4 a 10 integrantes y la incorporación de la primera mujer en el área técnica. Dato que si hoy nos suena raro destacar, en ese momento prácticamente era extrañísimo ver mujeres en empresas de software en el área de programación y desarrollo. El sector tecnológico históricamente fue y es un sector masculinizado. Esa realidad para nosotros nunca fue ajena y decidimos hacernos cargo y buscar desde adentro transformar esta realidad, conformando y fomentando los equipos diversos. Porque creemos que en la diversidad se encuentra la creatividad para innovar. En la actualidad el board está compuesto por el 50% de varones y el 50% de mujeres y más del 50% de los puestos de management los lideran mujeres. En los roles técnicos, el porcentaje va variando pero constantemente generamos acciones de discriminación positiva para que la diversidad se mantenga.

También, ese mismo año, se sumó la Universidad Siglo 21 a nuestra cartera, uno de nuestros grandes partners que apuesta continuamente a la transformación digital y que nos sigue eligiendo para transitar ese camino. "Bitlogic nos aportó una transformación digital profunda que nos permite catapultarnos hacia el futuro educativo." nos devuelve Hugo Colombatto, Director de IT de la universidad.

Y se preguntarán por qué una caída. Porque no siempre todo es cuesta arriba, porque emprender y crecer es una montaña rusa, con idas y vueltas, con bajas y altas. Algunos proyectos que ese mismo año nos impulsaban, luego nos hicieron sentir que caíamos en picada. Pero teníamos algo claro, la gente tenía que quedarse dentro, y eso era un hecho sin discusión.

Así llegaron varios proyectos más, entre ellos C-board y Rentas, cerrando un 2018 con la incorporación de las áreas de Recursos Humanos y Finanzas y más de 20 bitlógicos y bitlógicas.

El coworking nos queda chico

Más de 20 personas era un número que nos invitaba a pensar en tener nuestra propia casa. Un espacio que nos represente, que contenga a esta gran familia en crecimiento, que acompañe nuestros procesos, a nuestros proyectos y a la calidez humana que nos caracterizó desde el minuto cero. Que invite y que nos acobije. Esa búsqueda contenía varios requisitos que a priori parecía que iba a implicar un largo camino. Un camino que se acortó por un mensaje en historias de Instagram: “¿querés clavar una ofi con esta vista? Escribimeeee”, decía una de las fundadoras de ForMe app. El recorrido de la casa fue prácticamente innecesario, porque con solo llegar a la puerta ya habíamos dicho que si. Un espacio con mucho potencial y mucho por hacer, pero sin duda, era el lugar. Tenía que ser nuestra casa.

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El día que se comunicó que ya teníamos oficina, partimos todos en fila a conocerla. Tomamos nuestras notebooks, algunos vasos, mates y tazas, algún que otro libro y dejamos el coworking que tanto nos había acompañado para apropiarnos de nuestro lugar. A nuestras pertenencias le sumamos unos tablones de escritorio, unas sillas que estaban un poco lejos de lo ergonómico y una mesa de ping pong, un clásico bitlógico que en su momento tuvo un nivel profesional envidiable, con el perdón de los profesionales del deporte.

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El 2019 se convertía entonces en el gran año de despegue, teniendo casa propia, más de 35 integrantes y en marcha uno de los proyectos más grandes de la historia de la empresa, el proyecto Algarrobo de la Siglo 21, una re-ingeniería, modernización y optimización de las aplicaciones y plataformas que sostienen los procesos de negocio de la universidad, su sistema académico, de autogestión de alumnos y de evaluación, en una institución educativa que tiene más de 80.000 estudiantes en todo el país, más de 70 carreras de grado y pregrado y más de 30 posgrados y cursos.

El parripollo se profesionalizó y la casa agregó valor al arte cordobés

Los siguientes años hasta hoy estuvieron marcados por la necesidad de trazabilidad, la profesionalización de los procesos de trabajo y las políticas de contención del capital humano en un contexto favorable con la ley de conocimiento pero súper desafiante por una pandemia que nos atravesó a todos y todas.

Crecer implicó certificar nuestro procesos de trabajo bajo norma ISO 9001:2015. Desde que ingresa un pedido hasta la entrega del código al cliente, cada tarea, su validación, su camino interno entre roles y equipos se encuentra regulado bajo el sistema de gestión de calidad de esta norma. A su vez, certificar a las personas en AWS, ISTQB y Scrum también se convertía en una necesidad clave a la hora de cumplir con nuestros objetivos de calidad hacia los clientes. Si ayudamos a las empresas a modernizarse y a diseñar su futuro, para lograrlo necesitábamos implementar prácticas y tecnologías de punta y con el mejor equipo humano.

Por otro lado y de la mano, agregar valor a nuestra casa construyendo Bithouse también fue todo un desafío; crear un espacio para albergar no solo a Bitlogic, sino a cualquier empresa y/o persona vinculada a la tecnología y a la innovación que necesite un espacio de trabajo y sea amante del buen café y la gastronomía para poder deleitarse en Superanfibio. Y como no podía ser menos, convertimos la casa en un espacio de arte emergente y vanguardista para las y los cordobeses.

El futuro es nuestro

Hoy somos más de 100 bitlógicas y bitlógicos y los próximos seis años seguramente serán igual de vertiginosos que los primeros pero con un norte muy claro, seguir trabajando bajo premisas de calidad, diferenciándonos con proyectos que nacen, se crean y finalizan pensados en base a la lógica del negocio puntual, a lo que necesita cada cliente en su trayecto a la transformación digital y acompañar esos procesos con una cultura de la amistad, de la empatía y del encuentro.

Como dijimos en nuestro manifiesto, somos inconformistas de nacimiento, vinimos al mundo a transformarlo. Elegimos caminar distinto, a nuestra manera. Y con un corazón audaz construir un mundo mejor.

Esto es lo que nos mueve todos los días.

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